Hacer caso


“Al hombre le dijo: ‘Por cuanto le hiciste caso a tu mujer, y comiste del árbol del que te prohibí comer, ¡maldita será la tierra por tu culpa! todos los días de tu vida” (Génesis 3:17).

 
Ser mujer no es fácil, versículos como este lo hacen más difícil. Convierte al varón, al pobre macho, en un ser desvalido que ha cedido a las argucias de su mujer. La mujer aparece así como instigadora y seduciendo a un ser masculino que se encuentra “indefenso” ante las pruebas que somete al varón.


Este pasaje en particular, está escrito desde una perspectiva masculina patriarcal. Se utilizan expresiones que suponen propiedad, “tú mujer”, y el pecado es haber cedido a las argucias de una mujer, que es considerada, ya en época del escritor del Génesis como un ser subsidiario y no con derecho propio.


Aunque ambos comieron, la responsabilidad moral recae en el varón, porque se supone que él es el líder y quien debe tomar las riendas. Por su culpa es maldita toda la tierra. Así que en un solo pasaje, ambos seres son estigmatizados, el varón por cobarde y dejarse seducir, y la mujer por convencer a un “santo varón” para hacer algo malo. Escuchar la voz de la mujer se convierte en una condena.


En la interpretación sexista de este texto el mandato de no comer el árbol fue dado solo al varón, el líder natural de la relación varón y mujer, por lo tanto, él es el culpable de toda la maldición, y de que “su” mujer no le obedeciera. La suposición de este texto es que ella está subordinada al varón desde siempre y por voluntad divina.


Por siglos, aún en el siglo XXI, esta es la interpretación que ha permeado la mente de innumerables teólogos y “estudiosos” de las Escrituras, que ponen en ella sus propios estereotipos y prejuicios.
Se interpretó el relato del Génesis utilizando el mito de Pandora donde “se llegó a considerar a Eva la causa de la entrada del pecado en el mundo, y la seductora del hombre” (Bernabé, 1997:126). Tal como lo presenta una autor influenciado por la mentalidad helenística de culpar a lo femenino de todo lo malo: “Por la mujer fue el comienzo del pecado, y por su causa morimos todos” (Sirácida 25:24, citado por Ibíd.). Visto así, el relato bíblico, mal interpretado es la causa de la infelicidad de la mujer a través de la historia.

Del libro inédito Ser mujer no es pecado
Copyright: Miguel Ángel Núñez
continue leyendo Hacer caso
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Traducciones tendenciosas


“Dijo entonces Adán: ¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Será llamada Mujer, porque del hombre fue tomada” (Génesis 2:23)

 
Los textos de la Biblia han de ser analizados en su contexto lingüístico y cultural, o de otro modo no se entienden correctamente. En relación a Génesis 2:23, se han dado variadas traducciones intentando captar el sentido original del texto, que no resulta claro a buenas y primera.


Algunas traducciones ponen “varona” porque del “varón” ha sido tomada. Concepto horroroso que hace aparecer a la mujer como un derivado del varón, idea que a través de los siglos ocasionó innumerables sufrimientos.


El texto está haciendo un juego de palabras, muy simple, y por eso mismo, no se logra captar su sentido más prístino.


El texto literal dice: “¡Esta si!”, exclamación que denota la alegría del primer ser humano al saber que tiene su contraparte, su alter, que no había encontrado entre los animales.


Luego agrega “será llamada ‘isha porque de ‘ish ha sido tomada”. La traducción más correcta sería: “Será llamada humano porque de humano ha sido tomada”. La expresión
‘isha que suena parecido a ‘ish, proceden de raíces diferentes, y significan lo mismo, humano. Lo único que está señalando el texto es lo mismo que afirma el versículo: “hueso de mis huesos, carne de mi carne”, expresión que difícilmente era de Adán, puesto que era un dicho muy común en tiempos de Moisés y que describe la cercanía familiar. Con dicha expresión el primer hombre lo que está haciendo es reconocer que la primera mujer es de su misma naturaleza.

Con esto señala la más evidente de las verdades bíblicas. Varón y mujer no fueron creados como subordinado-subordinador, jefe-empleado, mayor-menor, o cualquier otra dicotomía jerárquica, sino como humanos de la misma especie, ambos a imagen y semejanza de Dios.


Ser mujer no es menos que ser varón, así como ser varón no es más que ser mujer. Cuando se mal entiende, entonces, se le hace decir a la Biblia algo horroroso y que ciertamente distorsiona.



Del libro inédito Ser mujer no es pecado
Copyright: Miguel Ángel Núñez
continue leyendo Traducciones tendenciosas
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Interpretaciones antojadizas


“De la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre” (Génesis 2:22)

 
Un argumento que se suele dar para hablar de la “inferioridad natural” de la mujer es el orden de la creación. Supuestamente, Dios creó primero al varón y luego a la mujer, y en ese solo hecho se ratificaría que la mujer, en sí misma, posee una esencia que la hace ser subordinada al varón, que por diseño divino sería, supuestamente, superior.


¿Será real este argumento? Para analizar una idea es preciso llevarla hasta las últimas consecuencias, derivando todas las posibles implicaciones que dicho concepto pudiera tener.


Si suponemos que el orden de la creación es relevante, y otorga, algún grado de jerarquía, entonces, el mismo relato del Génesis nos complica.


Si se lee con cuidado Génesis 1, todos los seres fueron creados antes que la primera pareja. Luz, animales, planetas, pájaros, aves y reptiles, todos fueron antes que el ser humano. Si el argumento es cierto, entonces, antes que el varón está todo lo demás, por lo tanto, vida animal en todo sus tipos son, jerárquicamente, superiores. El varón sería el segundo en la creación y la mujer tercera.


Sin embargo, no hay nada en el texto bíblico que corresponda a dicho concepto erróneo. La idea, en realidad, es al revés, si se observa Génesis 1, lo que allí hay es un orden creciente, de lo menos complejo a lo más elaborado o inteligente. 


Del mismo modo, si tomamos la literalidad del texto y siguiendo la lógica creciente de la creación, entonces, la mujer representaría la corona de la Creación, en ese caso el varón sería inferior y la mujer superior. 


Ni lo uno ni lo otro. El relato bíblico no nos permite concluir dichos conceptos. Es solo invención de quienes, como consecuencia del pecado, se niegan a aceptar que las mujeres son creaturas de Dios con los mismos derechos y deberes como cualquier ser humano.


Dios creó a una pareja. En igualdad de condiciones. Dios es sabio, el ser humano, no.


Del libro inédito Ser mujer no es pecado
Copyright: Miguel Ángel Núñez
continue leyendo Interpretaciones antojadizas
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

La raíz de un problema


“Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó” (Génesis 41:45)

No hay ningún argumento bíblico que justifique que la mujer sea tratada como un ser humano de segunda categoría. Al contrario, la Biblia es clara al señalar que el varón y la mujer, fueron creados a imagen y semejanza de Dios. Es decir, no existe una “imagen de Dios” superior y otra inferior. Ambos, varón y mujer, están en las mismas condiciones.

Sin embargo, las lecturas sexistas de la Biblia no lo aceptan. Se enseña, por ejemplo, que Dios “sopló aliento de vida” en el varón y no en la mujer, por lo tanto, ella es distinta.

Eso es un error. Nada en la Biblia señala dicha idea. Al contrario, cuando en Eclesiastés 12:7 se dice que “el espíritu” vuelve a Dios que lo dió”, en referencia a la vida, no habla de un “espíritu” diferente para el varón y otro para la mujer, simplemente, el texto plantea lo que es obvio. Varones y mujeres reciben la misma vida de Dios. Nada nos dice el texto de la manera en cómo formó a la mujer a partir del costado del primer varón, pero es de suponer que también le dio vida, por eso existen las mujeres. La aseveración del soplo de vida para el varón y no para la mujer, supone erróneamente, que la mujer recibe una “vida” de otra calidad, lo que no solo es absurdo, sino que introduce un concepto erróneo en la Biblia.

Si el varón y la mujer no se entienden plenamente como seres creados a imagen y semejanza de Dios, entonces, no es posible comprender a cabalidad el significado de la vida humana.

La antropología bíblica no introduce en ninguna parte la idea de un ser humano inferior y otro superior, ese es un invento macabro de quienes buscan por todos los medios posibles el mantener a la mujer en sujeción unilateral.

Quien obra de ese modo, no puede ser un digno representante de un Dios de justicia que no hace acepción de personas. En Cristo Jesús, todos somos integrados. No hay vidas de primera y segunda. No existe lugar en una religión que adora a Jehová y a Jesús para ideas que supongan menos dignidad para una persona, independiente de su aspecto exterior.


Del libro inédito Ser mujer no es pecado
Copyright: Miguel Ángel Núñez
continue leyendo La raíz de un problema
Comparte en:    Facebook Twitter Google+