Dejarlo ir



“Si ha pecado, su pecado se le perdonará” (Santiago 5:15)

Las personas que se niegan a perdonar están condenadas a estar amarradas permanentemente a sus resquemores y rencillas. Perdonar no es para cobardes, sino para personas valientes que dejaron ir todo lo que los ataba a la amargura del desaire y la desilusión.

Algunos creen que perdonar nos hace débiles, cuando es todo lo contrario, porque la persona que perdona se engrandece a sí misma y se necesita mucha fortaleza interior para dar el paso del perdón.

“La principal causa de divorcios —señala T. D. Jakes— es la falta de perdón, no el adulterio, y tampoco los problemas económicos, a los que a veces se señala como culpables” (2013: 36). Dejar de perdonar, es negarse a dejar ir aquello que nos causa daño y aferrarnos al dolor de manera permanente.

Cuando no permitimos que el perdón llegue a nuestra vida, nos convertimos en víctimas de nuestra propia actitud. Perdonar es soltar lo que nos agobia. La expresión que utiliza el original bíblico para perdonar tiene el sentido de “dejar ir” y se usaba para expresar la idea de permitir que un tronco o un palo se fuera con el raudal del agua. Es decir, permitir ir alivia de la carga de tener que ir por la vida con un peso de resquemores que finalmente nos ata y no nos libera.

El no perdonar nos convierte en esclavo de emociones que nos intoxican. A la larga, esa falta de perdón nos convierte en personas amargadas, tristes y llenas de conflictos emocionales que van intoxicando no sólo toda nuestra vida, sino complicando la relación intepersonal con otras personas.

Perdonar no implica volver a relacionarnos con la persona que nos ha dañado, pero es negarnos a permitir que el incidente que hemos tenido nos convierta en esclavos de los sentimientos y emociones que otra persona ha provocado en nosotros.

Poner un límite es parte de la inteligencia emocional que se niega a permitir que el resquemor llene la vida. La existencia es un regalo demasiado precioso para desperdiciarlo con sentimientos que nos dañen. Perdonar es nuestro privilegio y nuestra bendición.

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Del libro inédito: Lazos de amor

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